Misuca, mi mascota prestada
- petshootcol
- 26 abr 2020
- 2 Min. de lectura

Tal vez hace seis meses o más, sin explicación alguna, entre la malla que divide el patio de mi casa con el de los vecinos empezó a escabullirse una intrusa de cuatro patas. Su nombre es Mitchs, Mis o simplemente Misuca, como le dice mi abuela, esta es la hora que no tengo idea que vino buscando esta gatita que en ocasiones parece más un perro, pues suele perseguirme por las escaleras, hasta el tercer piso y se sube a mi cama como pedro por su casa para que le rasque la barbilla, lo cierto es que al final encontró un lugar lleno de cariño donde pasar sus días, pues yo siempre he sido amante de los animales, y siento una especial fascinación por los felinos, aunque en realidad nunca he tenido un gato como mascota. En realidad nunca había tenido ninguna mascota de ningún tipo, hasta ahora, en parte se debe a que mi abuela le tenía miedo a los gatos, eso fue antes de conocer a Misuca, claro.
En principio mi abuela me contaba con entusiasmo como la gata de los vecinos llegaba por la mañana y pedía casi a gritos que la dejara pasar, pero por por esos días tal vez yo estaba muy ocupada con cosas de la universidad y no le preste demasiada atención, hasta que un día estaba en la sala y de repente escuche un maullido proveniente del patio, abrí y ahí estaba Misuca, me miro directamente con sus ojitos de gato con botas y solo me inspiro acariciarla, supongo que desde ese momento creamos un vínculo especial.
Fueron pasando los días, las semanas, incluso meses y las visitas de Misuca se hicieron cada vez más constantes, al principio solo venía como una vez al día, pero ahora prácticamente no hay poder humano que la saque de mi casa. A veces siento un poco de vergüenza con mis vecinos, porque ellos son los que la alimentan, la bañan y recogen sus necesidades, en pocas palabras ellos son sus verdaderos dueños, pero ella indudablemente se siente más a gusto en mi casa.
“¿Qué diría si supiera la gran cursilería que acabo de confesar sobre el cariño que le tengo?”
Sonará cursi, pero ya no imagino la vida sin mi querida Misuca, mi mascota prestada, incluso he pensado que si me llego a mudar pediré su custodia total y la llevaré conmigo, justamente mientras escribo estas líneas ella me observa con ojos curiosos. ¿qué diría si supiera la gran cursilería que acabo de confesar sobre el cariño que le tengo? pero no se da por enterada.
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